viernes, marzo 09, 2007

Final para un poema que comenzó en una mano

Algunos versos nacen como promesas
en las manos de las flores.
A veces son sólo flechas
señalando al verdadero poema.
Es la ruta de la divinidad
en una sola línea
a un solo tiempo
a una sola tinta.

Siempre tuviste ese aire de lontananza
de nostalgia de museo a media tarde
de montaña que se fuga de la urbe.

Saberte ahí esperando,
en tu labor de Penélope,
en tu mobiliario de chocolate;
es como saber de la bondad de los escorpiones

Y este mundo alacrán
es tan terriblemente cotidiano
tan cotidianamente terrible
que ya sólo puedo desear
que te aparezcas siempre,
a cada momento,
en todas las hojas del calendario.