sábado, agosto 26, 2006

Ave fénix



Ven ave fénix,
siembra de nuevo tus garras
en un ceniciento montículo
y sea tu nacimiento anunciado
por los filos del alba.

Ven y ¡Encárnate!

Dale salud al doliente universo,
sálvalo de su gélida enfermedad.
Luego regresa a visitarme aéreamente,
nocturnamente enardecidamente.

Ven y ¡Cánsate!

Recuesta en tu lengua
un carbón de pan
y lame tu eterno brebaje
de sangre volcánica.

Ven y ¡Aliméntate!

Con tu alada manera de existir
incendia nuestra epidermis de estratósfera
y vuélvenos sirios humanos.
Tú, perpetuo pájaro piromaniaco.

Ven y ¡Tócanos!

Apuntala tus gritos
a nuestra senda auditiva
y háblanos de Mictlan
y sus encantos mortuorios.

Ven y ¡Cántanos!

Ven ave fénix:
Encárnate, cánsate, aliméntate.
Ven, tócanos y cántanos tu coro de lumbre.

Venga a nos tu infierno
oh fogata emplumada,
y piensa que alguien te llama
en cada fósforo encendido.



Imágen: Phoenix rising por Julia Ecklar

miércoles, agosto 23, 2006

Teoría y técnica del dolor

Hay muchas formas para doler y ser dolido:
Uno se puede rasurar
los párpados por puro gusto
o esperar en la médula
el abrazo de un amistoso cuchillo

los cafeinómanos prefieren
sentarse a charlar del amor,
como lo hacen las mujeres
renuncian a su compartida locura francesa
y amontonan en la superficie de una mesa
más locura, algunos versos
y un repertorio de galletas marías.
Los psicólogos dicen
que para olvidar el amor
del amado o el amante
es necesario un duelo

¿Pero duelo?
¿Qué tanto duelo yo?
¿Cuándo y a qué horas duelo?
¿Duelo solo o acompañado
de otra dolencia?
¿En qué tono duelo? ¿En Fa o en Re?
¿En verdad duelo?
Quisiera dolerte 25 veces

Obsesivamente piénsame
con tachuelas llena tu boca y pronúnciame
reza dos padres nuestros y échate a llorar.

Quisiera que en tu diccionario,
la palabra “dolor”
tuviera mi foto impresa.
Quisiera ser un vapor doloroso
vagando en tus adentros.

Quisiera que cada llamada telefónica en el mundo
significara que te duelo
quisiera dolerte
y que me hablaras por teléfono.

Cuando tú me doliste,
en lugar de dolor
ofrecí un espectáculo:
mi alma fue un Volador de Papantla
que se alejaba de su orgánica
y orgásmica columna.

Tu voz es un dolorcito hechizante
que hace de las uñas diez enanas,
que destroza los “Recuerdos de la Alhambra”
y hace a la guitarra sonar
como a forraje
como a coagulo de sangre
como a bote de pintura.

Sigues doliendo tanto
que me das miedo…
escapo corriendo a la calle
y grito:
¡A doler se ha dicho!

Mi garganta es un epicentro inconsolable
es una doliente ciudad de palabras miedosas
un canasto mudo de melancolía.

Sí, dueles...
me dueles mucho,
encabronadamente me dueles,
me dueles de lunes a domingo
a partir de las 8 a.m.
Me dueles con un dolor de labios y manos y saliva,
me dueles en Fa sostenido menor,
en verdad, en verdad me dueles 25 veces,
no más, no menos...

miércoles, agosto 09, 2006

A una domadora de piedras

En este mundo, maraña perenne de senderos,
yo floto, fluyo flagelado -de lado a lado.
Camino -repto-, próximo a tus dominios
capital del misterio,
república de la prudencia,
frontera de lo irreversible.
Y disfrazo, de una vez por todas,
de calendario al columbario.

Este Mayo ha parido tantos laberintos,
que uno termina por extrañar a un minotauro…

Dan ganas de avistar olores de nocturnos crisantemos.
Pero este hondo perfume de la nada
todo lo riega, todo lo niega, todo lo llena…

En ese silencio, que sólo se aprende de los ajedrecistas;
o por exposición directa a la crueldad bachiller que regala ratas,
uno busca a toda costa una costa
o una luz de túnel que diga “nunca más…”
Un brillo, al menos, columpiándose en los ojos de un gato.

Mujer, llegaste a este mundo
con buenas nuevas:
con tu poción monjil de aires envainillados
y esa fábula de orgasmos que se escalonan
y escalones que se orgasman

Ah valiente domadora de piedras…
Vas caminando en no sé qué rumbos,
y tus pasos son una caligrafía
que aún no comprendo del todo.

…pero es maravilloso adivinarla.

miércoles, agosto 02, 2006

A trescientos sesenta grados de mi

A trescientos sesenta grados de mi, me miro,
difuminadamente en el cenit de nuestro sillón,
a la hora en que el tiempo se pinta sepia.
Y yo soy, entonces, la periferia de todos mis pronombres.

Afuera los planetas se afilan, se enfilan;
y parecen tocar a mi ventana;
pero yo estoy embotado pronunciándote
con mis ojos añejos y mis pantalones tristes.
Y yo soy, entonces, el extranjero de todos los lugares.

Por las noches ya no logro conciliar la muerte
–es por mi vocación de escapista-
y me quedo embarrado en el mundo
como una pincelada de impresionismo
y yo soy, entonces, de la navaja de Van Gogh, el blanco

A través del teléfono te tejo una letanía con cosas que se me ocurren,
con tu nombre, café y esta nostalgia a priori que me carcome a veces.
“No habrá vaso para el agua de esa sed silente…”, escucho de los ecos.
Y yo soy, entonces, el Ctrl-Alt-Suprimir para la resignación.

Mi corazón grita acordes a destiempo
en esta historia sinfónica de cada mañana,
en la crucifixión del grillo,
en la sordera del abuelo…
Y yo soy, entonces, los cuadros negros del crucigrama
o cualquier otra cosa, menos lo que mi gato piensa.