lunes, noviembre 05, 2007

Sin arcobacter, por favor...

Gritan mis ojos, nazco…
muerto de día
un día de muertos

Soy una espora en el aire de Guadalajara…
ahogado mi corazón como una torta
ligero ya, como el tren de mediodía.

Guíame tú, maestranza de la noche
a tus cuarteles rojísimos como besos
donde los ritmos se coartan
también como besos
donde el silencio se niegue
también como un beso

Cántenme una canción, dulces carniceras…
(et un filet mignon… si’l vous plaît)
Afila bien tu fender,
Tery Gender-Bender
(sur la chanson filetée)
porque la muerte que hoy nos reclame
se alargará hasta la noche
como un beso, también…

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viernes, marzo 09, 2007

Final para un poema que comenzó en una mano

Algunos versos nacen como promesas
en las manos de las flores.
A veces son sólo flechas
señalando al verdadero poema.
Es la ruta de la divinidad
en una sola línea
a un solo tiempo
a una sola tinta.

Siempre tuviste ese aire de lontananza
de nostalgia de museo a media tarde
de montaña que se fuga de la urbe.

Saberte ahí esperando,
en tu labor de Penélope,
en tu mobiliario de chocolate;
es como saber de la bondad de los escorpiones

Y este mundo alacrán
es tan terriblemente cotidiano
tan cotidianamente terrible
que ya sólo puedo desear
que te aparezcas siempre,
a cada momento,
en todas las hojas del calendario.

sábado, septiembre 23, 2006

Cómo morir en privado

Recordando a Don Sabines
y ese otro lenguaje lateral y subversivo...


Sumidos en un sueño de tantos,
en esa calma que proporciona el delirio,
con los labios exhaustos por tanto esquivar los besos
y los párpados negros de tanta noche,
nos vamos quedando, al fin, callados.
Enfrentados nuestros ojos,
se arrebatan horas, kilómetros y litros
de diálogos mudos y silencios estridentes.
Entonces te vas.
Y a pesar de que el pasillo se alarga de lado a lado
para que no te vayas completamente,
yo me quedo aquí,
inmerso en este aire que se endurece como vidrio,
despidiéndome dolorosamente de tu pelo
como de los gallos los trenes.

He aquí tu sembradío de huellas en la habitación,
he aquí tu ausencia,
he aquí la provincia en la república del infierno,
he aquí que yo espero.
Espero morirme sin ti en unos días
y definitivamente ha de ser sin ti,
porque la muerte es uno de esos asuntos privados
de los que se requiere estar solo
para que puedan resultar exitosos.
Morirse es algo así como afeitarse,
sólo que pronunciando la navaja en la garganta.
Es como tomar una siesta, pero sin signos vitales.
Morirse es como ser parido, pero en sentido contrario.

Espero morirme sin ti y de ti en unas horas…
¿pero tú qué opinas?
¿te parece bien que me muera nada más una semana?
No es mucho ni es poco, es cotidianamente excesivo.
Yo quisiera morirme y resucitar al tercer día como Jesucristo,
o resucitar al instante, como el ave fénix.
En una semana se pueden reunir
todos los sinónimos de la palabra fallecer
y se les puede conjugar en primera persona.

Antes de morir quisiera ordenar mis libros y
pagar unas llamadas de larga distancia.
aprender a manejar contigo o que nos tomáramos
un café de 6:00 a 7:00 de la tarde.
Antes de morirme abrígate bien.
Bésame sólo una vez para cerciorarnos
de que sí estuve vivo.
Hazlo, y me quedaré aquí, tranquilo y esperando…
Esperando a morirme sin ti, de un momento a otro.

viernes, septiembre 22, 2006

Tantas veces a lo lejos...

Hay miradas que se abren como incendios…
Caricias como palomas perdidizas
cuerpos, domicilios con añoranza
huérfanos de casas en remitencia.

Ardid ardiente pones en mi, maga cotidiana
sales de este mundo y sus piras
y suspiras mariposas a portales.

Hay miradas que se abren como incendios…
La lluvia es el párpado que se cierra
y en estos ojos ya blindados
te bosquejo siempre sopesando males.

A un solo pie voy saltando
los montes entre nosotros
las líneas que nos dividen
las cifras que nos oponen.

La tiza es el oráculo del suelo,
una fe de polvo que simplifica:
consumaré mi acto de avanzar esta rayuela
y llegaré contigo, definitivo al séptimo salto…

Hay miradas que se abren como incendios
y yo te he quemado tantas veces a lo lejos...

sábado, agosto 26, 2006

Ave fénix



Ven ave fénix,
siembra de nuevo tus garras
en un ceniciento montículo
y sea tu nacimiento anunciado
por los filos del alba.

Ven y ¡Encárnate!

Dale salud al doliente universo,
sálvalo de su gélida enfermedad.
Luego regresa a visitarme aéreamente,
nocturnamente enardecidamente.

Ven y ¡Cánsate!

Recuesta en tu lengua
un carbón de pan
y lame tu eterno brebaje
de sangre volcánica.

Ven y ¡Aliméntate!

Con tu alada manera de existir
incendia nuestra epidermis de estratósfera
y vuélvenos sirios humanos.
Tú, perpetuo pájaro piromaniaco.

Ven y ¡Tócanos!

Apuntala tus gritos
a nuestra senda auditiva
y háblanos de Mictlan
y sus encantos mortuorios.

Ven y ¡Cántanos!

Ven ave fénix:
Encárnate, cánsate, aliméntate.
Ven, tócanos y cántanos tu coro de lumbre.

Venga a nos tu infierno
oh fogata emplumada,
y piensa que alguien te llama
en cada fósforo encendido.



Imágen: Phoenix rising por Julia Ecklar

miércoles, agosto 23, 2006

Teoría y técnica del dolor

Hay muchas formas para doler y ser dolido:
Uno se puede rasurar
los párpados por puro gusto
o esperar en la médula
el abrazo de un amistoso cuchillo

los cafeinómanos prefieren
sentarse a charlar del amor,
como lo hacen las mujeres
renuncian a su compartida locura francesa
y amontonan en la superficie de una mesa
más locura, algunos versos
y un repertorio de galletas marías.
Los psicólogos dicen
que para olvidar el amor
del amado o el amante
es necesario un duelo

¿Pero duelo?
¿Qué tanto duelo yo?
¿Cuándo y a qué horas duelo?
¿Duelo solo o acompañado
de otra dolencia?
¿En qué tono duelo? ¿En Fa o en Re?
¿En verdad duelo?
Quisiera dolerte 25 veces

Obsesivamente piénsame
con tachuelas llena tu boca y pronúnciame
reza dos padres nuestros y échate a llorar.

Quisiera que en tu diccionario,
la palabra “dolor”
tuviera mi foto impresa.
Quisiera ser un vapor doloroso
vagando en tus adentros.

Quisiera que cada llamada telefónica en el mundo
significara que te duelo
quisiera dolerte
y que me hablaras por teléfono.

Cuando tú me doliste,
en lugar de dolor
ofrecí un espectáculo:
mi alma fue un Volador de Papantla
que se alejaba de su orgánica
y orgásmica columna.

Tu voz es un dolorcito hechizante
que hace de las uñas diez enanas,
que destroza los “Recuerdos de la Alhambra”
y hace a la guitarra sonar
como a forraje
como a coagulo de sangre
como a bote de pintura.

Sigues doliendo tanto
que me das miedo…
escapo corriendo a la calle
y grito:
¡A doler se ha dicho!

Mi garganta es un epicentro inconsolable
es una doliente ciudad de palabras miedosas
un canasto mudo de melancolía.

Sí, dueles...
me dueles mucho,
encabronadamente me dueles,
me dueles de lunes a domingo
a partir de las 8 a.m.
Me dueles con un dolor de labios y manos y saliva,
me dueles en Fa sostenido menor,
en verdad, en verdad me dueles 25 veces,
no más, no menos...

miércoles, agosto 09, 2006

A una domadora de piedras

En este mundo, maraña perenne de senderos,
yo floto, fluyo flagelado -de lado a lado.
Camino -repto-, próximo a tus dominios
capital del misterio,
república de la prudencia,
frontera de lo irreversible.
Y disfrazo, de una vez por todas,
de calendario al columbario.

Este Mayo ha parido tantos laberintos,
que uno termina por extrañar a un minotauro…

Dan ganas de avistar olores de nocturnos crisantemos.
Pero este hondo perfume de la nada
todo lo riega, todo lo niega, todo lo llena…

En ese silencio, que sólo se aprende de los ajedrecistas;
o por exposición directa a la crueldad bachiller que regala ratas,
uno busca a toda costa una costa
o una luz de túnel que diga “nunca más…”
Un brillo, al menos, columpiándose en los ojos de un gato.

Mujer, llegaste a este mundo
con buenas nuevas:
con tu poción monjil de aires envainillados
y esa fábula de orgasmos que se escalonan
y escalones que se orgasman

Ah valiente domadora de piedras…
Vas caminando en no sé qué rumbos,
y tus pasos son una caligrafía
que aún no comprendo del todo.

…pero es maravilloso adivinarla.